"Carta a mis compañeras de clase"

  
         

Hola, probablemente no sepáis quien soy.  A estas alturas pensareis que no viene a cuento pero sí, de alguna manera sí viene a cuento, más cuando se hace tanto hincapié en prevenir y visibilizar el bullying en los centros educativos, más cuando ahora muchas de vosotras sois madres y quizá veréis la situación desde otra perspectiva. 

Sufrí abusos sexuales siendo niña, cuando iba con vosotras a clase, y no me ayudasteis en nada a aliviar mi sufrimiento. Ni teníais porqué, pensareis. Y por una parte tenéis razón, es verdad. No erais más que unas niñas como lo era yo, y desde luego ahora entiendo que no teníais ninguna obligación de ahuyentar a los monstruos que tenía en casa ni de paliar mi dolor; pero eso no justifica el que me tratarais, como compañera vuestra en ese momento triste, vulnerable e indefensa, como lo hicisteis. Me llamabais subnormal, gafotas, bicho raro, me humillabais, insultabais, erais maltratadoras que me pegabais, algunas de vosotras en los lavabos, en la salida de clase;  en la calle me enganchabais etiquetas de precios en la espalda y me hacías  entre todas un vacío insoportable muy difícil de llevar a esa edad, más teniendo en cuenta el añadido que yo estaba sufriendo en casa.  

Os recuerdo aún a todas ya no sé si con odio o con pena, créedme que teniendo ya la edad que tenemos sigo lidiando con algunas de esas consecuencias, las del abuso sexual que sufrí y las del abuso físico y psicológico que me hicisteis muchas de vosotras. Todas me disteis de lado, unas maltratándome, otras ingnorándome. Muy decepcionante sentir que los que supuestamente tienen que quererte, protegerte o simplemente acompañarte te traicionan de esta manera tan vil y cruel, en casa y en el colegio.

Supongo que deduciréis quien soy puesto que sí os he hecho saber, a las pocas que os habéis dignado a mantener contacto conmigo, este doloroso sentir, aunque casi ninguna de las que así actuasteis os habéis pronunciado al respecto. Muy pocas y no sois siquiera las peores ni las instigadoras. Nos veíamos mil veces por la calle, con nuestros hijos respectivos,  en sus colegios, y nunca os dije nada al respecto, nunca os increpé por ello personalmente, incluso algunas de vosotras teníais la poca vergüenza de girarme la cara o cambiar literalmente de acera. Quizá tenía que haberlo hecho, quizá tenía que haberos encarado e increpado en ese momento, de haberos hecho "recordar". Quizá no os acordáis de todas estas anécdotas que aquí comento, no lo sé, pero esos tres años de bullying con pánico cada día a volver a clase, esos tres años completamente sola, triste, sentada en el patio cubierto de los columpios, no son fáciles de olvidar.

Lo más triste de todo esto es que muchas de vosotras seguís en la misma linea de bullies, no sé si por vergüenza o quizá porque os debe ser cómodo permanecer en ese papel, ya que incluso en los supuestos proyectos de comidas y cenas de reunión de ex-alumnas que anunciabais por las redes sociales, cuando aparecía yo en escena estas cenas y/o comidas desaparecían por arte de magia de facebook y del grupo de whatsapp. Se evaporaban de la faz virtual y se hacía el silencio. El eterno silencio que me acompañó esos tres últimos años de escuela con vosotras. ¿Casualidad? Creo que no, pero en fin. 

Espero que seáis muy felices y que si tenéis hijos no hayan encontrado nunca en su camino nadie que les haga vivir lo que vosotras me hicisteis a mi durante esos tres años, y lo que es peor, sin remordimientos ni antes ni ahora.

          

"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"

 Helga F Moreno