Largos años de autodestrucción, de auto-castigo infringido por mi misma hacia mi propio cuerpo, que hasta unos años no empecé de alguna manera, a valorar. Dicen que las personas que sufren anorexia y/o bulimia, somos muy exigentes, muy perfeccionistas, etc. Sí, es verdad, la mayor parte de las veces es así. Pero se olvidan también de nombrar en esa lista de adjetivos descriptivos que algunos de nosotros también somos o hemos sido débiles, miedosos, asustadizos y muy, muy solitarios interiormente.
El hecho de que en muchas de las historias de pacientes con trastornos alimentarios estén presentes los Abusos Sexuales en la Infancia, indica un nexo en común entre los dos hechos que no debería pasar desapercibido por los profesionales que dicen estar especializados en esta temática. Curioso, triste y paradójico que muchos de estos profesionales no suelen indagar en los orígenes de estos trastornos, quedando estos en un simple descontrol alimentario propiciado por una insatisfacción a nivel estético.
Sientes que controlas tú la comida, cuando es al contrario, la comida te controla a tí.
La sobreingesta conseguía calmar esa ansiedad por vivir, conseguía paliar, de manera errónea y muy nociva, ese dolor tan intenso que sentías por el simple hecho de vivir, de despertarte todos los días sin poder solucionar nada, sin poder olvidar lo que ni siquiera recuerdas. No solo te han agredido sexualmente en esos abusos, también lo han hecho psicológicamente. Te sientes culpable porque crees haber permitido que sucediera lo que pasó, que te infligieran todo ese dolor. Y por eso castigas tu cuerpo, el cuerpo que fue el culpable de "aquello". Te castigas a ti misma por sentirte tonta, por sentirte estúpida y no haber dicho que no.
Tú nunca fuiste la culpable.
Pero hasta que llega el momento de darte cuenta de ese gran detalle, hasta ese momento pueden pasar muchos años o incluso toda la vida. Muchos casos están saliendo a la luz de trastornos alimentarios en personas ya adultas.
Si los profesionales se tomaran la molestia de analizar las historias de todas estas personas, posiblemente descubrirían que tenemos muchos y sombríos nexos en común.
Es esencial empezar a apreciarte y valorarte, a desembarazarte de ese sentimiento de culpa por lo que te hicieron; es esencial aprender a disfrutar de la comida y empezar a controlar tu vida.
Es esencial saber que tú nunca fuiste la culpable.
"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"
Helga F Moreno