"TLP. Emociones, demasiadas emociones"



A veces pienso que pienso demasiado. Me levanto y ya pienso en millones de cosas, paso de un pensamiento a otro, aunque haya algunos que resisten de forma pertinente en mi mente. ¿Es por mi TLP, por mi estrés postraumático o es porque soy así, sin más? 

Hoy hablaba con otra superviviente de este sentir, de esta manera irracional de sufrir lo propio y lo ajeno. Estos sentimientos con los que convivimos muchas víctimas de abusos sexuales en la infancia nos superan en muchas ocasiones. Los tenemos controlados, o mejor dicho, lo queremos tener controlados, pero en ocasiones se nos desbocan cual caballo salvaje.
¿Qué haces con todos esos pensamientos?, ¿qué haces cuando revives una y otra vez episodios de tu vida activados por un detonante absurdo, como un comentario, como un olor o un sonido concreto?, ¿dónde los escondes? Y después viene el caos vertiginoso de emociones. ¿Dónde, o mejor dicho cómo, aniquilas el sufrimiento por tu propia vida y por la vida de los demás seres vivos? 
Su sufrimiento es el nuestro. Es el del vecino, el de las personas que conocemos y sufren, el de personas que no conocemos y vemos en la televisión o en internet. Ese sufrimiento también lo hacemos nuestro. ¿Dónde escondes todo ese sentir tan agobiante? No se puede. 

Yo he tirado la toalla respecto a esto. Emocionalmente sufro y se que seré así toda mi vida. ¿Por los abusos qué sufrí? Pues probablemente sí. ¿Por el TLP qué me desencadenaron? También. ¿Por el estrés-postraumático que llevo conmigo desde que ocurrió todo? Pues sí. Seguramente, y no creo equivocarme, es por todo esto. 

Es verdad que me he acostumbrado a sufrir y lloro. Sí, lloro muy a menudo porque casi todo me emociona y me entristece. Pero también me hacen feliz pequeñas cosas, propias y ajenas. Así que, mi sufrimiento desmedido, también tiene su antítesis en una felicidad por pequeñas cosas, en pequeños gestos, en pequeñas palabras, pequeños actos de empatía o amabilidad. El dolor es grande si me hieren, si me dañan, si me siento despreciada o ignorada. Soy así de susceptible, es verdad, lo reconozco, pero también me siento infinitamente agradecida si tienes un acto bonito conmigo, una palabra amable, un halo de comprensión o demuestras un poquito, como digo, de empatía con mi persona y mis circunstancias, a las que si, por desgracia, doy importancia porque me resulta muy duro convivir con ellas. 

El haber sido víctima de abusos sexuales en la infancia, el haber sufrido todas esas situaciones familiares y el haber encontrado tantos escollos, tantas piedras en el camino con el peso de las secuelas en los hombros, todo eso, nos hace más vulnerables emocionalmente. Y no, no por ello tenemos que sentirnos peores personas, simplemente nos tocó vivir unos episodios concretos que marcaron nuestra historia y nuestra manera de sentir las emociones. No hay más. 


"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"

Helga F Moreno