Desde pequeños nos venden que la familia es una institución, que es sagrada, que es intocable y que nada puede pasarte dentro de ella. No es verdad. En algunos casos, por desgracia, no es así. Un alto índice de abusos sexuales en la infancia son cometidos en la propia familia del niño. ¿Qué hacen estos niños? Callar, callar y esconder. Callar y sufrir. Callar y temer. Tu vida cambia, tu crecimiento emocional se estanca o desvirtúa por esos sucesos. Incredulidad de ver, de sentir que no hay ayuda, que toda esta gran falacia que te han vendido de lo que debe ser una familia, no es tal o no es como esperabas.
Cuando creces y te haces adulto sigues estigmatizado por esos abusos y sus consecuencias, y "la familia" sigue sin saber cómo actuar ante tí, como tratarte después de romper el silencio. Los abusos sexuales en la infancia son un tema marcado por el tabú, por los honores perdidos, por el "a mí no me pasará" y "callemos para no mancillar el buen nombre de la familia". Te das cuenta también, con tristeza, que este mundo que creías era tu mundo, se desvanece de un plumazo cuando buscas ayuda en los que tienes cerca y no la encuentras. Las manos se retiran, te dejan solo y si pueden, te hunden más. Abrir los ojos a la realidad es duro, pero una de dos, o te debilita o te hace más fuerte para la lucha.
¿Dónde están todas estas familias, estas instituciones sagradas con las que se supone crecemos, esta sociedad buenista y que proclama a los cuatro vientos su "solidaridad"??, ¿dónde están cuando les explicas, armándote de valor, lo que te ha sucedido, como te sientes por ello, todo el dolor que has sufrido?,¿donde están estos profesionales que dicen saber ayudarte y comprender tu dolor?
Yo lo diré, desaparecen porque o bien han sido cómplices o bien nunca estuvieron preparados para poder ayudarte ante esta crueldad.
"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"
Helga F Moreno