"Abusos en la infancia, sexo e invisibilidad"



(Escrito el 2 de enero de 2010)

Desde el momento en que sufres los abusos cambia, inconscientemente, tu visión de la sexualidad. Ni la conocías, ni sabías lo que era. Y de repente aparece en tu vida de niño, en tus pensamientos por las noches, en tus pesadillas. Empiezas a tener imágenes de violencia sexual, con ocho años. Sí, con ocho años. Violaciones, esas eran mis pesadillas, esos eran mis sueños. Me quedo horrorizada cuando recuerdo con tanta claridad esas visiones. No se olvidan.
 
Creces y siguen repitiéndose los abusos sexuales en tu vida, pero al contrario de cuando tenía 8 años que me daba autentico terror cualquier persona del sexo masculino, ahora en la pre-adolescencia, en mi caso, sucede todo lo contrario. Promiscuidad, esa es la palabra que  define  mi actitud durante muchos años. Se que también existe lo contrario, la aversión al sexo. 

Una no es ni mejor ni peor que la otra. 

En una vives por y para el sexo, es una válvula de escape, que justificas con mil y una excusas que para ti siempre son válidas. No sientes nada en ninguna relación sexual, o en casi ninguna, pero el abusador te ha enseñado a entregar tu cuerpo a cambio de atención, de cariño, de amor, de chantaje. Y tu has crecido con esta premisa. Cortar esta espiral, es muy, muy complicado. En la otra no soportas que nadie te toque, no soportas las relaciones sexuales ni siquiera ir al ginecólogo. Cortar esta espiral, también es muy complicado.

Eres presa fácil para la captación en la explotación sexual, o sectas, o parejas maltratadoras. Tu vulnerabilidad, tu situación personal, emocional se lo pone fácil. Hasta que encuentras con suerte a una persona diferente, especial, que te hace ver que no tienes solo el  sexo para ofrecer, ni  tu cuerpo, ni  tu físico, que hay algo más, que posees muchas  cosas buenas que valen la pena y que nadie, ni tu misma te molestas en sacar a la luz. Pero no siempre encuentras a esa pareja o persona. No, no todos los supervivientes la encuentran o pasan años hasta que la encontramos. Coincide entonces, en mi caso al menos, con la toma de conciencia del abuso sexual que sufrí, de que mi comportamiento tan radical, mis experiencias, mi manera de vivir o de ver la vida hasta ese momento correspondían a un impulso creado por la vivencia traumática que pasé por culpa de esos abusos sexuales o de esa situación familiar y social, de abandono, etc. NO POR MI CULPA. 
 
Pero nadie se para nunca a analizar esos comportamientos. Pocas son las familias que lo hacen, pocos son los profesionales de la psicología que lo hacen, pocos centros educativos son los que se dan cuenta de lo que te ocurre. Nadie. Tomé también conciencia de las múltiples secuelas que tengo derivadas de ese hecho, lo que supuso un gran alivio, ya que siempre pensé que era una persona rara, extraña, difícil y problemática per se y eso todavía aumenta más la poca credibilidad, autoestima y confianza en ti misma.
 
Simplemente respondía de manera inconsciente al daño que me habían hecho. Odiaba mi cuerpo, odiaba mi vida, me odiaba a mi misma por comportarme como lo hacia sin saber porqué.

Hace unos años que he despertado a  la realidad de mi vida, y mis secuelas han cambiado. Se han modificado y transformado. Como la energía, siguen ahí, algunas con mucha menor intensidad,  adaptándose a mi vida y momento actual. Ni son mejores ni peores, algunas son igual de dolorosas que antes, solo que ahora soy consciente de ellas y antes no. También ahora veo muy claro todas las personas que me han ayudado y aportado, y las que me han perjudicado a lo largo de mi vida y contribuido  a que esta siguiera siendo un infierno.

Ahora soy adulta y aún así, siguen a veces, según que personas, anulándome y haciéndome sentir  como esa niña desvalida y atemorizada que fui. Y sí, es verdad que aún guardo cierto rencor hacia personas que formaron parte de mi pasado, de mi infancia, y también hacia esta sociedad que alimenta, que no previene, que no ayuda y que no se esfuerza en erradicar este tipo de atrocidades que modifican y destrozan tantas vidas.
 
Cierto es que no queda otra opción que aprender a vivir con ello, aprender a reconstruirte tu misma, pero no deja de ser muy injusto tener que hacerlo, la mayor parte de las veces, completamente sola y en la más absoluta invisibilidad.


"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"

 Helga F Moreno