He estado estos días analizando un poco como me siento desde el sábado que recibí la visita familiar. Confieso que tenia ilusión depositada en ese día, es verdad, pero cierto es que mis expectativas se quedaron en eso, en expectativas. O soy yo que me hago más ilusiones de las que debiera o es que las cosas siguen igual y no han cambiado a mejor precisamente.
La incomodidad de mis familiares ante mi persona es muy significativa. La tensión que se respiraba por ambas partes, tanto por mi parte como por la suya era palpable. Soy consciente que todos ellos se sienten incómodos en mi presencia y centraron la atención en los niños, con la excusa que hacía mucho tiempo que no los veían. Sinceramente a mi eso me sirvió también de tabla de salvación, dadas las circunstancias. No hablaron en ningún momento de temas familiares y no pude hablar de mi abuela, la que me crió que era su madre. Rehuyen el tema y tristemente ellos son lo más cercano que tengo de ella. Me gusta poder hablar de mi abuela con alguien de vez en cuando, la siento más cerca, porque a pesar de toda la relación amor-odio que teníamos la hecho de menos.
Por todo ello aquella fue una mañana rara, llena por parte de todos de "cuidado con lo que hablas, no vayas a meter la pata". Todos sabemos lo que pasó y ellos más que yo tenían miedo a que se destapara, o mejor dicho que yo destapara la caja de los truenos. Hablamos sobre temas banales y poco más, como si fuera una visita de conocidos lejanos que hace tiempo que no se ven. Sórdidamente raro pero no muy diferente que hace años, con la única diferencia que la distancia temporal se ha acrecentado, la distancia geográfica también y sin duda ambas influyen para que esta relación, ya de antaño estropeada, acabe por romperse más.
En definitiva, esa jornada me di cuenta que la familia que consideré la mía durante muchos años de mi vida, cada vez forma más parte de mi pasado que de mi presente.
"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"
Helga F Moreno
Helga F Moreno