"No quiero salir de mi zona de confort"

               

La nombrada, supervalorada y archiconocida zona de confort: "sal de tu zona de confort, empieza a vivir, la vida empieza al final de tu zona de confort", etc, etc. 

He llegado a un momento en mi vida que por fin reconozco, admito, me he dado cuenta que la zona de confort, mi zona de confort es en la que yo me siento bien, sin miedo, sin ansiedad, sin presiones, sin malestar. No la que otro me dicte, me diga, me inculque o me imponga bajo su visión personal de la vida. Si a mi me apetece llevar una vida relajada sin ajetreos ni imprevistos, en la que yo me siento a gusto y a su vez, estoy a gusto con los que tengo alrededor, ¿porqué voy a dejar de llevar este tipo de vida porque otro crea o piense que es aburrida e insulsa? 

Seamos sinceros, el tema de la zona de confort parece que se ha limitado a salir de fiesta, de comparsas, de charangas, de restaurantes, de copas, de compras, conciertos, hacer viajes, senderismo, running, etc, etc. Mil y una actividades que te mantienen fuera de casa todo el santo día o todo el fin de semana, agotado física y sí, también económicamente en muchos casos. 

¿Porqué?, ¿porqué la zona de confort está encajonada en esa idea?, ¿porqué cuando tu zona de confort es todo lo contrario te machacan continuamente para que salgas de ella porque sino no estás viviendo ni estás creciendo como persona? Es absurdo. Si aplicamos esta misma regla de tres, si mi zona de confort es la tranquilidad y el sosiego, el estudio, la lectura o el relax, voy a tener que arremeter contra todo el que no la siga y le voy a obligar, bajo amenaza de psicólogos y psiquiatras que así lo dictaminan, a que salga de su zona de confort, es decir, que deje de ir a tomar copas, que pase el fin de semana en casa, estudiando y leyendo, que no viaje, que no vaya a conciertos, que reprima su vida social, etc, etc, etc.

Pienso que la vida misma, la experiencia vital de cada persona te va llevando a una zona de confort o a otra. La que antes lo era, ahora no lo es y viceversa. Tu mismo aprendes a conocer tus límites, aprendes a no forzarte, porque lo único que consigues forzando situaciones en las que no te sientes a gusto es crearte más ansiedad, más insatisfacción contigo mismo porque no puedes cumplir las expectativas que "te imponen otros bajo su prisma". 

Estoy cansada de que me impongan la manera de vivir bajo el punto de vista de otros. Yo sé muy bien lo que me gusta, con qué o con quién me siento cómoda, a gusto y tranquila. No voy a modificarlo y si lo hiciera, es algo progresivo que yo misma voy haciendo a mi ritmo, a medida que la vida me va llevando a ello. Así pues, he conseguido llegar a ser razonablemente feliz con mi vida a pesar de las secuelas de los abusos sexuales sufridos en mi infancia. 

Vive y deja vivir, sobre todo, deja vivir al otro al ritmo que necesite, no al que a ti té de la gana. Lo que para ti es bueno, para otro puede ser terrible. 

Aprendamos a respetar los límites, los ajenos y sobre todo, los propios.


"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"

Helga F Moreno