¿Cuántas personas que me leen, me leerán o que me han leído, me conocen personalmente sin ni siquiera saberlo, sin saber que soy yo, aquella niña, aquella adolescente, aquella chica-mujer que pasó, que coincidió un tiempo determinado, en unos años concretos de sus vidas?
Casualmente una persona sí me reconoció por mis escritos en este blog, porque aparecía en alguna de esas historias de mi vida y adivinó quien estaba detrás de ese seudónimo que durante tantos años utilicé y tras el que me refugié. Y sí, acertó, era yo. Muchas veces pienso ¿quién me leerá?, ¿quién se verá reconocido en mis palabras, en mis recuerdos, en mis vivencias?
Cuando escribes tu vida, tus experiencias, tus secuelas en mi caso por unos abusos sexuales sufridos en la infancia prolongado en los años, ¿qué queda más que convertirlos en información, en desahogo emocional, en detonante para romper otros silencios de muchos otros que aún están sumidos en su propia oscuridad? Esa oscuridad a la que te condenan esos miserables que abusan de ti, que te maltratan física, sexual y psicológicamente. Esas secuelas que te llevan a vivir, en muchas ocasiones, una vida deplorable de la que cuesta mucho escapar, porque te atrapa, te tiende una trampa detrás de otra, que huele tu miedo y tu debilidad emocional, tu vulnerabilidad. Una vida repleta de personas que se cruzan contigo en momentos determinados, para ser meros espectadores de tu descenso a los infiernos o participes activos de ese descenso ayudando a que te hundas más rápido. O quizá, los menos, los que te tienden una mano amiga y aunque sea de manera esporádica, allí están, con esa energía que empatiza, que minimiza el impacto al tocar fondo y te ayuda a ascender de nuevo.
A pocos importa este tema, a pocos les importa que pasa después de sufrir Abusos Sexuales en tu Infancia o adolescencia. Erróneamente piensan: dejan de agredirte, dejan de tocarte, dejan de maltratarte, ¡pues ya está, todo olvidado! No. Mi historia, así como la historia de muchos otros supervivientes que rompen el silencio, es un grito, es un hecho real que acontece en cualquier parte del mundo, en cualquier estatus social, en cualquier raza o etnia, en cualquier familia, pueblo o ciudad.
Los Abusos Sexuales en la Infancia tienen consecuencias, que nadie lo olvide. Nuestras voces no son unicamente por nosotros mismos, son también las voces de esos muchos que aún no pueden gritar.
"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"
Helga F Moreno